Un cuento femenino de Yakuzas. Delicias veraniegas desde el Japón más delirante
Ignoro de entrada si han visionado Sex and Fury, ya que hablo directamente de la segunda parte; pero no se me preocupen que son independientes. Si hablo de esta es porque me pareció superior, todo un paso hacia delante dado con valentía, una valentía que tal vez faltara en su predecesora en algunos momentos. Para esta delicia veraniega se ha cogido una buena protagonista, vengativa como Meiko Kaji pero sin esa mirada que te deja helado y sin esa clase que sólo LA DIOSA posee, se ha cogido unas escenas de katanas cargadas de erotismo sádico japonés, peleas a katanas de mujeres desnudas y cosas así, y nos hartamos de ver japonesitas en cueros que hacen de correos para narcotraficantes usando sus vaginas como receptáculos. La mezcla es explosiva, con la excusa de hacer una peli de una mujer vengativa tenemos todo un conglomerado de erotismo exacerbado, yakuzas y tatuajes.
Ya desde el principio tiene lugar una pelea épica y emotiva de la protagonista llamada Ocho, peleando desnuda, generosa anatómicamente luciendo sus tatuajes. Ocho no se detiene ante nada. Las escenas de sexo son frecuentes y sugerentes, no se la pueden perder, de veras, no tengo palabras.
Y es que el cine japonés de esa época me parece muy imaginativo, tremendamente efectista, capaz de sacrificarlo todo por obtener un impacto a nivel visual que estremezca al espectador, se puede comprobar en el estertor final, en una escena que por siempre tendré grabada en mente y que no les contaré aquí, es la locura por la locura y el exceso por el exceso, los japos están fatal, yo aviso.
Dejo trailer