Conversando con un viejo loco
Esta yegua no es mi vieja yegua gris, no es mi vieja yegua gris, no es mi vieja yegua gris
Tras un pequeño parón por culpa de unas averías aún no resueltas con mi ordenata (estoy escribiendo en el de mi hermano gracias a que Rho me configuró el ordenata para la conexión a internet) quiero volver con ustedes con una historia de algo que me ha pasado. Sé perfectamente que me estoy contradiciendo porque este blog no es íntimo-exhaustivo (al menos esa es mi intención, que no lo sea). Pero si en cierta ocasión les hablé de un arquetipo muy autóctono de nuestra piel de toro creo que ahora podemos usar esta experiencia real para ilustrarnos sobre otro de ellos: el viejo loco.
Resulta que la semana pasada a través de una buena amiga mía conseguí trabajo en una oficina haciendo labores de archivo. El trabajo no es muy difícil y pese a no ser el trabajo mejor pagado del mundo (un sueldecito muy normalito pero peor lo tienen en Pakistán), el horario es bueno; ya que casi todos los días se trabaja sólo por la mañana; dejando la tarde para otros menesteres, el ambiente de trabajo es bueno e incluso tengo más de una compañera de buen ver.
Pues lo que quería contarles aconteció el primer día de trabajo en mi nueva empresa, eran las 7:50 pasadas de la mañana y había llegado temprano (entro a las 8). La oficina está en un bloque de pisos concretamente en la primera planta al llegar al portal veo dos chicas en la puerta que entran, yo entré detrás pero no fui hasta la oficina sino que me quedé haciendo tiempo en el portal resguardándome del frío.
Tras nuestra entró un viejo con un perro con pinta de hecho polvo, las chicas suben y el viejo se dirige a mí:
Viejo: Buenos días
Benway: Buenos días
V: Yo a usted no le conozco
B: ….. perdone como dice?
V: Que no le conozco digo
B: Le he oído señor, pero no entiendo que quiere decirme, yo tampoco le conozco a usted.
V: Usted no vive aquí y yo soy el presidente de la comunidad
… Y yo tengo una nevera, pensé, pero me limité a contestar:
B: Trabajo aquí
V: Y exactamente donde?
B: Primera planta
V: No le creo, no ha seguido a las muchachas que trabajan ahí
B: Es mi primer día, espero a que sea mi hora de entrar
Puso entonces el joío viejo una pose marcial y algo amenazante.
V: Ahora tengo el perro, voy a subirlo. Si bajo y me lo encuentro a usted aquí llamo a la policía
El viejo empezó a subir las escaleras. Que llamara a la poli no me daba miedo, pero soy un ciudadano honrado y me gusta que mis impuestos que van a sufragar las nóminas de los funcionarios públicos no se malgasten así como así; debo decir que estuve tentado de quedarme y ver como mandaban a por tabaco al viejo, pero a fuerza de hablar con él se me estaba haciendo tarde y no quería llegar tarde mi primer día. Subí y me presenté como el nuevo empleado contando a mis nuevos compañeros mi historia. Me miraban con incredulidad, valorando hasta qué punto les estaba tomando el pelo. A los 5 minutos pegan a la puerta y entra el viejo. Me mira y pregunta si es verdad que trabajo allí. Cuando le dicen que sí me miró con cara de pocos amigos y sacó del bolsillo una placa amarillenta y oscura, un poco abollada; que más que de la policía tenía pinta de ser de los grises.
- Estaba a punto de llamar a mis compañeros – dijo enseñando la placa con mucho orgullo. Es que yo le pregunté que hacía ahí y usted no me dijo nada.
Yo puedo entender que una persona mayor piensa de otra forma diferente, sé que hay que respetar a los mayores, pero que me dejen por mentiroso… por ahí no paso.
- Se lo dije y usted no me creyó, quería llamar a la policía porque no me conocía. Si va a llamar a la policía por cada persona que vea y no conozca…
- Bueno tal vez me pasé un poco…
- Sí – confirmé – pero sin el tal vez
Al oír mi respuesta un grupo de compañeros no pudo contener una risotada. El viejo se fue confuso y cabreado, luego me confirmaron los compañeros que ese zumbado llama a la grúa no cuando ve un coche en la calle aparcado con dos ruedas sobre la acera, sino cuando la acera entera está ocupada para que se lleven más coches o cuando se sacan maletas con documentos y se hace ruido (son maletas con ruedas).
Tras volver a la normalidad un compañero me dijo que encajaría bien en la empresa, yo me limité a responder que sólo esperaba no acabar como él.