Discazos imprescindibles: Sailing to Philadelphia
Que Dire Straits son muy grandes lo sabemos todos. Que Mark Knopfler es grande también lo sabemos. Pero por si acaso no hubieran caído en la cuenta quisiera llamar su atención a uno de sus mejores discos en su irregular carrera en solitario. Francamente y para mi gusto Knopfler sin Dire Straits no mola tanto.
A lo que iba, en el año 2000 vio la luz Sailing To Philadelphia, una buena colección de canciones llenas de fuerza, nitidez y virtuosismo mesurado. Además con colaboraciones, genial.
Abriendo el disco What it is, con una elocuente guitarra acústica en la intro y un violín apuntillando por detrás como el que no quiere la cosa, finalmente Mark carga con su característico sonido a la guitarra eléctrica, con un riff además muy pegadizo. Un excelente tema para abrir el disco.
El segundo tema cuenta con la colaboración de James Taylor donde Knopfler vuelve a deleitar con su guitarra perezosa, candente. Una canción para acompañar con la guitarra (si eres capaz, claro y es que mis habilidades guitarrísticas no son espectaculares que digamos)
Así continúa el disco, lleno de reminiscencias Folk y buenas maneras en el blues. La armónica de Baloney Again, la amplitud de Who's your baby now, o mi favorita: The Last Laugh con Van Morrison.
Puede que no nos haga volar como lo hacía en sus discos de antaño, pero Mark no se ha olvidado de tocar, tampoco de escribir:
Todo el mundo busca los brazos de alguien en los que caer
Hay hielo en las tumbas y los monumentos
Pero las tabernas están cálidas en la ciudad
What it is:
3 Comments:
Sabe que me toca la fibra con estos discos. Si hay algo cierto es que no hay que dejarme en la misma habitación que mark Knopfler o Phil Collins con una beretta en mi poder.
Eso si, tocar toca bien. Lo malo es la música. Es el único fallo de mark.
Si tocara igual de bien pero en silencio...
Disculpe lo bronco y sarcástico de mi alocución. Sobre gustos...
Yo mismo tengo filias musicales bastante más dudosas.
Es solo que ha tocado uno de esos puntos en que salto como un resorte a emitir el ladrido más malévolo posible.
Recuerdo maese Mycroft que en cierta ocasión tuve la osadía de comparar a Knopfler con Tom Verlaine. Su reacción (en cierto modo lógica, claro) no se hizo esperar.
A veces hay gustos o disgustos musicales difícilmente comprensibles para los demás. Sin ir más lejos yo considero a The Beatles un pelín sobrevalorados, cuando afirmo tal cosa sobre mi cabeza llueven cascotes, botellas rotas, otras enteras e incendiarias, granadas, bengalas, ruedas de camión... pero no lo puedo evitar, si a todos nos gustara la música no sería lo que es.
Yo tampoco aguanto a Phil Collins, y eso que me gusta Genesis.
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